Hoy se conmemora en algunos países el Día del Niño, no comercial, y el caso de Trinidad y su madre Adriana me ha dado vueltas toda esta semana. En varios medios han aparecido los relatos de la negligencia médica sufrida por una bebé de término que falleció en el vientre de su madre. Causa de muerte: sufrimiento fetal.
Tal evento ha despertado nuevamente la necesidad de contar con una ley que garantice la atención humanizada del parto. Tal ley, no solo haría exigible el trato digno, respetuoso, oportuno y de calidad a mujeres y niños que están en útero, sino propone algo más profundo, un cambio de paradigma en relación al acompañamiento del parto. Cambiar la forma en que mujeres son atendidas en centros de salud, romper con la hegemonía de la naturalización del maltrato.
El caso de Adriana y Trinidad, si bien son críticos, han generado una ola de denuncias de otras mujeres, que en distintos grados han experimentado violencia durante la atención sanitaria o ante la omisión de ésta. Y esto no es raro, desde hace unos años varias ONG han levantado la necesidad de ponerle ojo a la atención del parto. Y del rol del Estado en este proceso vital y único.
El año 2014 la Organización Mundial de la Salud lanzó una declaración respecto a la violencia obstétrica. En el fondo, recalca la importancia de actuar activamente para prevenir la violación de derechos humanos durante la gestación y parto.
Si cada uno consulta a una cercana respecto a su experiencia de parto, no es infrecuente oír relatos de “insatisfacción con el servicio”, maltrato, realización de procesos innecesarios, falta de entrega de información, separación del bebé, dolor no tratado, etc. No existen estadísticas nacionales al respecto, pero ya algunos estudios están dando luces al respecto. “El estudio titulado Assessment of the implementation of the model of integrated and humanised midwifery health services in Santiago, Chile, arrojó que el 92,7 por ciento de los partos fue intervenido médicamente a través del uso de oxitocina sintética, anestesia epidural y rotura artificial de membranas, contraviniendo las Recomendaciones para el Parto Humanizado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Manual de Atención Personalizada del Proceso Reproductivo del programa gubernamental Chile Crece Contigo”. Otra estadística indirecta de violencia obstétrica, es la alta tasa de cesáreas en nuestro país alcanzando en promedio un 40% en servicios públicos y cerca del 70% en instituciones privadas. Lejos el 15% máximo recomendado por la OMS.
Existen muchas creencias y cambios culturales que generar en las personas y en los equipos de salud, y como usuarias y acompañantes de éstas, debemos exigir sus derechos. Cómo?
Lamento profundamente la muerte de Trinidad, una muerte innecesaria, prevenible y por ende muy dolorosa para toda su familia y quienes estamos sensibilizadas con la causa. Una muerte de un ser humano en su estado de mayor vulnerabilidad, por mala praxis de profesionales y equipos de salud. Quienes juraron y están llamados a ser principales defensores de los derechos de los usuarias y usuarios.
Si quieres seguir el caso de Trinidad, si quieres ayudar o apoyar a la familia, les dejo el fanpage que se creo:
Justicia para Trinidad (Facebook)
Y si quieres firmar por el proyecto de Ley de Parto Humanizado, les dejo el link:
Firma de Petición por Ley de Parto Humanizado